Biodanza es una actividad grupal que se puede practicar, como tantas otras, para sentirse bien.
Como su nombre lo indica, es una invitación a "danzar la vida". La vida que hay en nosotrxs: el pulso de vida que nos incluye y nos rodea.
Los ejercicios combinan música, movimiento y situaciones de encuentro grupal.
La práctica sostenida de biodanza contribuye a crear empatía, ampliar capacidades expresivas, despertar una alegría vital genuina, tomar contacto con nuestro mundo afectivo, disfrutar y animarnos a vivir intensamente.
La biodanza surgió en Chile durante los años ´60.
Su creador, Rolando Toro Araneda (psicólogo, antropólogo y educador), comenzó explorando los efectos de ciertas músicas y propuestas de movimiento en pacientes psiquiátricos, guiado por la motivación de humanizar la medicina. Con el tiempo, fue creando un sistema específico llamado Biodanza, "un sistema de integración afectiva, renovación orgánica, re-educación afectiva y rehabilitación de las funciones originarias de la vida".
Rolando Toro vivió en Chile, Argentina, Brasil e Italia. Durante su vida, la biodanza se expandió además por Sudáfrika, Nueva Zelanda, Canadá, Noruega, Estados Unidos... Actualmente existen escuelas y grupos en más de 54 países del mundo.
La biodanza se aplica también a proyectos sociales (comunitarios, educativos, grupos de trabajo, etc).
Biodanza es un sistema biocéntrico, es decir que pone "la vida"- todas las formas de vida- en el centro, promoviendo la integración y la valoración de la diverdidad. En efecto, realizar biodanza sostenidamente aporta en una sensación de mayor integración tanto a nivel individual (lo que siento, lo que digo, lo que hago), como a nivel colectivo (integración con las otras personas) y trascendente.
Es una actividad grupal y vivencial, lo cual implica que no se aprehende teóricamente sino que hay que vivenciarla para que sentir sus efectos.
El desarrollo durante las clases se da en forma progresiva. Hay una fase de mayor actividad al comienzo -con propuestas más rítmicas, juegos y danzas que te harán moverte más- y otra fase más tranquila después, para relajarse. Promovemos así los ciclos orgánicos saludables para el cuerpo: actividad y descanso.
Los ejercicios y la música son cuidadosamente elegidos.
Las propuestas de cada clase estimulan cinco "líneas", aspectos de la identidad:
vitalidad, sexualidad, creatividad, afectividad y trascendencia.
La sesión dura dos horas.
Comenzamos sentadxs en círculo, dando lugar a la palabra. La profesora (facilitadora) introduce el tema del día y algún aspecto teórico.
Luego viene la parte práctica: la vivencia (la danza).
Los ejercicios son invitaciones al movimiento, la expresión y la interacción. Son presentados con palabras claras y demostraciones, lo cual hace fácil participar y sentirse cómodx en la clase.
En biodanza no buscamos crear coreografías ni actuar movimientos estilizados. La danza es el movimiento genuino de cada unx, que surge en contacto con la música y un grupo. ¡Una creación siempre singular y valiosa! Por lo tanto, no es necesario "saber bailar bien" para venir a las clases de biodanza: eres bienvenidx tal como eres.
Para disfrutar de la clase, solamente debes traer ropa cómoda y una botella de agua.